Inteligencia Ciudadana como eje de la prevención social de la violencia y la seguridad humana

 

Tuve la oportunidad de asistir al VIII Congreso Internacional en Gobierno, Administración y Políticas Públicas GIGAPP 2017, que se llevó a cabo en Madrid del 25 al 28 de septiembre. Este año fue titulado Gobernando el futuro: Iberoamérica en la encrucijada.

Además de presentar la ponencia “Inteligencia Ciudadana como eje de la prevención social de la violencia y la seguridad humana”, coordiné la mesa “Repensando las Política Públicas para la Violencia y la Delincuencia en Iberoamérica: pendientes y desafíos”. En el desarrollo de la mesa tuvimos la participación de representantes de 6 países y las ponencias que se presentaron abordaron las siguientes temáticas:

  • Desafíos de la reintegración social de los adolescentes en conflicto con la ley.
  • Creación y diseño del Instituto Nacional de Prevención del Delito y Reinserción Social.
  • El modelo penal de seguridad ciudadana del Perú: críticas y alternativas a una política criminal rigorista.
  • La política de prevención del delito en México ¿Estamos entendiendo lo que significa la focalización?
  • La prevención como solución al incremento de las violencias y la delincuencia en el estado de México.
  • Más presupuesto menos seguridad.
  • Militarización y abogadización en la gestión policial de la criminalidad organizada en Brasil.
  • Repensando las políticas de prevención del delito. Una mirada desde el proceso des-civilizatorio.
  • Capacidades estatales para la prevención situacional: un marco analítico a partir del (des)control del suministro de cocaína en el Perú.
  • Operaciones de Seguridad Coordinada, Como eje rector para la disminución de índices delictivos.

Rescato que la mayoría de las personas que participaron como ponentes fueron mexicanos.

Un argumento presente en la mayoría de los trabajos presentados es que el enfoque de prevención de la violencia y la delincuencia tal y como se ha venido desarrollando en las últimas décadas ha sido rebasado. Países Iberoamericanos, especialmente Latinoamérica continúan con cifras preocupantes de violencia y, más aún, con nuevas formas de presentarse y desarrollarse.

Para el caso específico de México, se expuso que después de 12 años de haber implementado una política contra el crimen enfocada al combate de la delincuencia los resultados no sólo no han sido positivos, sino que las cifras han ido en aumento.

Nuestro país no ha sido ajeno al crecimiento de las manifestaciones de violencia y la delincuencia que han venido sucediendo en los últimos años en América Latina; constantes y diversas imágenes de actos violentos invaden los medios de comunicación y poco a poco se van posicionando como parte de la cotidianidad, hasta llegar a un punto donde estos actos se han normalizado y se han adoptado como parte de la forma de vida de la ciudadanía.

Se señaló que esta ola de violencia no apareció repentinamente, sino que es una problemática que se ha gestado a lo largo de varias generaciones y que al paso del tiempo se ha ido visibilizando por las expresiones cada vez más violentas que ha presentado. Además, al adentrarse a analizar el fenómeno de la violencia social es evidente que la violencia de género es una de las más frecuentes y de las más arraigadas en el contexto nacional y posiblemente a nivel internacional.

En este sentido, y en el marco de mi ponencia, planteé que  la violencia social y la de género forman parte del mismo fenómeno; que combinadas con entornos marcados de desigualdades sociales, marginación, pobreza, hacinamiento, delincuencia organizada, entre otras problemáticas sociales,  han potencializado  factores que vulneran los derechos fundamentales de los seres humanos; situación que profundiza más con los grupos más vulnerables de la sociedad: mujeres de todas las edades, niños, adultos mayores, personas con discapacidad, minorías culturales, entre otros.

En nuestro país, para hacer frente a la situación anterior y minimizar los altos costos financieros y humanos que han de los últimos años, la agenda nacional posicionó a la prevención social de la violencia y la delincuencia como uno de los temas principales a partir del año 2012.

Han pasado casi 6 años y la ola de violencia y delincuencia sigue siendo creciente y la percepción de seguridad sigue siendo negativa. Las y los mexicanos, en su mayoría, vivimos atemorizados de que cualquier día pasemos a engrosar las cifras de víctimas. La situación anterior ha agravado la desconfianza en las instituciones públicas, sobre todo en aquellas encargadas de la procuración y administración de justicia y en los grupos policiales.

La propuesta que presenté tiene que ver con la participación activa de la ciudadanía. Si bien no es de ninguna manera quitarle la rectoría de la fuerza al Estado ni minimizar su responsabilidad en garantizar la seguridad, es crear un modelo en el que la ciudadanía tenga herramientas para reconocer y atender los principales factores de riesgo de su entorno y así minimizar el fenómeno de la violencia y la delincuencia, en los tres niveles conocidos ya de la prevención: primaria, secundaria y terciaria.

Hoy en día las democracias cuentan con distintos mecanismos de participación. Es cierto que ha habido fallas en esos mecanismos de participación directa e indirecta, pero también es cierto que contar con sociedades más activas permite un mejor desarrollo de los Estados.

En el tema de la prevención social de la violencia y la delincuencia no puede ser de otra manera, en la medida que la población desarrolle una cultura de inteligencia ciudadana, conjugado con la unión con las instituciones encargadas de la seguridad y la procuración y administración de la justicia, podrá verse un movimiento a la baja de los indicadores delictivos y podremos vislumbrar resultados más optimistas.

            Inteligencia ciudadana

¿A qué le llamo yo inteligencia ciudadana? Desde una visión muy general la Inteligencia Ciudadana que se propone implica que una sociedad cohesionada sea capaz de identificar los factores de riesgo de su entorno y así proponer, poner en marcha y evaluar acciones que disminuyan la probabilidad de que se comentan actos violentos y delictivos.

Lo anterior permitirá integrar a la población y al gobierno en los procesos de recolección, procesamiento, ejecución y evaluación de información objetiva, oportuna y precisa a fin de obtener una participación colectiva en políticas públicas, programas, estrategias y acciones y así concretar una verdadera voluntad política, que persista a pesar de los cambios de las administraciones.

Hablar de prevención social de la violencia y delincuencia es hablar de procesos de transformación y fortalecimiento individual, familiar y comunitario, que permiten la convivencia pacífica, la vigencia de los derechos humanos, mejorar las condiciones de seguridad y elevar la calidad de vida de las personas.

Actualmente, en las áreas encargadas de la Prevención del Delito se elaboran, en el mejor de los casos, diagnósticos participativos. Sin embargo, sus resultados pocas veces se cruzan con la información que generan las áreas de inteligencia. La propuesta es que sean las áreas de inteligencia las que generen la información a partir de la cual se implementen las políticas públicas, programas, estrategias y acciones en materia de prevención.

A manera de conclusión

El Congreso Internacional en Gobierno, Administración y Políticas Públicas GIGAPP 2017 cumplió con el objetivo de incitarnos a repensar la forma en la que se está gobernando en Iberoamérica y, sobre todo, si las políticas públicas actuales permiten generar los resultados que esperan las generaciones venideras.

 

Ángel Rodolfo Uribe González
Maestro en Ciencias Penales.
Especialista en seguridad y prevención social de la violencia y la delincuencia.
angelrodolfouribe@gmail.com